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En definitiva, este 2022 no ha sido un año bueno para los activos digitales, dado que han tenido que hacer frente duramente al gélido abrazo del cripto invierno, a la desaparición de varias empresas y la consecuente pérdida de empleos, los bajos precios de los activos y las supervisiones más duras y estrictas por parte de los reguladores, después de que se presentara el colapso de la firma FTX.
Uno pensaría que no lo ha visto todo y no podría “lloverle sobre mojado” a la industria, y cuando menos se espera, un nuevo golpe asesta al mercado de los cripto activos. Durante las últimas semanas, se ha reportado una baja considerable, en la tasa de hash de la minería de Bitcoin.
A partir del 21 de noviembre,el tiempo para minar un bloque supera los 10 minutos lo que significa una reducción en la dificultad minera. El promedio móvil de siete días alcanzó un mínimo mensual el 28 de noviembre, por debajo de 240 Eh/s, antes de recuperarse levemente a principios de noviembre y volver a subir a 254 Eh/s.
El pasado 6 de diciembre se produjo un nuevo ajuste de dificultad con una caída de hasta un 7.3 por ciento pasando de 37 terahash , a 34.2 terahash.
Para aclarar un poco más la idea, el nivel de dificultad hace que sea más o menos sencillo extraer los hashes que confirman bloques individuales. El problema, es que el algoritmo SHA-256 por el cual se extraen los bloques, es en general muy previsible, por lo que, en función de cuánto hashrate se utilice en el mundo para extraer Bitcoin, existe la posibilidad de estimar qué nivel de dificultad se requiere para afianzar el bloque promedio, que es de alrededor de 10 minutos.
Cabe decir que una gran cantidad de compañías del sector se encuentran haciendo frente a una carencia de dinero, conforme aumentan los precios energéticos, al tiempo que el valor del Bitcoin se va en picada tras el colapso del intercambio FTX.
Por tanto, los mineros de Bitcoin igualmente se han tenido que enfrentar a un precio persistentemente bajo del llamado “oro digital”, lo cual afecta directamente a sus ingresos, al igual que los precios elevados de electricidad que afectan a las compañías del sector.
Dicho de otra manera, el negocio ha dejado de ser redituable, ya que mientras la actividad de minar requiere de mucha energía eléctrica, lo cual eleva el precio de las facturas, si el precio de Bitcoin es bajo, son mayores las pérdidas que las ganancias.
Los mineros trataron de ajustarse al cambio, a pesar de la caída del precio de Bitcoin, sin embargo, no pudieron soportar el poco rendimiento, por lo que, a partir del 14 de noviembre, se vieron forzados a comenzar a apagar las máquinas menos eficientes, es decir, las que más consumen energía.
Esto causó que se presentara un aumento en la dificultad, el cual hizo todavía menos conveniente minar Bitcoins con las máquinas menos eficientes, por lo que a los mineros no les quedó de otra que seguir desconectando dichos equipos, lo que provocó que el hashrate cayera a mínimos mensuales a finales del pasado mes de noviembre.
En ese momento, el tiempo de bloqueo superó los 10 minutos, lo que requirió la fuerte reducción de la dificultad de hoy.
Es importante recordar que la dificultad de la minería de Bitcoin se ajusta de forma automática de acuerdo con el hashrate, o la potencia informática, que se utiliza para extraer bloques de Bitcoin para ser recompensados con Bitcoins y para mantener el tiempo que lleva extraer un bloque más o menos de forma estable, por lo que, cuanto más duro se encuentren trabajando los mineros, mayor será la dificultad de extracción.
Para variar, la situación se puso más tensa por la entrega de máquinas nuevas y más eficientes, además de la llegada online de más mineros conforme los proyectos iniciados hace meses llegaron a buen término, lo que aumentó el hashrate.
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